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LETRA DEL HIMNO DE ITALIA EN ESPAÑOL

Hermanos de Italia
Goffredo Mameli

Hermanos de Italia,
Italia se ha despertado,
el yelmo de Escipión
se ciñe a la cabeza.
¿Dónde está la Victoria?
Le ofrezca la cabellera,
que esclava de Roma
Dios la creó.
Estrechémonos en cohorte,
estamos preparados para la muerte;
estamos preparados para la muerte;
Italia llamó.

Nosotros somos desde hace siglos
pisoteados, humillados,
porque no somos un pueblo,
porque estamos divididos.
Que nos una una única bandera,
una esperanza:
de unirnos
ya la hora sonó.
Estrechémonos en cohorte,
preparados para la muerte;
Italia llamó.

Unámonos, amémonos,
la unión y el amor
revelan a los pueblos
las vías del Señor.
Juramos liberar
el suelo natal:
unidos por Dios,
¿quién nos puede vencer?
Estrechémonos en cohorte,
estamos preparados para la muerte;
estamos preparados para la muerte;
 Italia llamó.

Desde los Alpes a Sicilia,
En cualquier parte es Legnano,
todo hombre de Ferruccio
tiene el corazón, tiene la mano.
Los niños de Italia
Se llaman Balilla
El sonido de las trompetas
llamó a las Vísperas.
Estrechémonos en cohorte,
estamos preparados para la muerte;
estamos preparados para la muerte;
Italia llamó.

Son juncos que doblan
las espadas vendidas.
Ya el águila de Austria
las plumas perdió;
La sangre de Italia,
la sangre polaca,
bebió con el cosaco,
pero el corazón le quemó.
Estrechémonos en cohorte,
estamos preparados para la muerte;
estamos preparados para la muerte;
Italia llamó.



3 DE JUNIO, DÍA DEL INMIGRANTE ITALIANO EN LA ARGENTINA
Fuente: El Intransigente

Los inmigrantes - Rodolfo Campodónico

El día 3 de Junio de 1770 nacía en Buenos Aires Manuel Joaquín del Sagrado Corazón de Jesús Belgrano, hijo de Domingo Belgrano y Peri, un comerciante oriundo de Oneglia, en la Región de la Liguria, en Italia y María Josefa González Casero. Quien sería luego uno de los Padres de la Patria, representó la síntesis fenotípica del criollo americano, mixtura de sangre nativa con la europea.  
Nada más apropiado que ungir esta fecha para conmemorar esa gesta de la inmigración que moldeó nuestro país, según reza el texto de la Ley Nacional Nº 24561 que determinó el 3 de Junio como Día del Inmigrante italiano. 
El estudioso italiano Domenico Dellaparola se pregunta en un interesante ensayo titulado “Fare l’America”, porqué razón un país como la Argentina formado esencialmente por inmigrantes, no tiene una cátedra universitaria que rescate esa gesta que tanto tiene que ver con lo que somos…, o lo que no somos todavía. Quién podría decirlo.  
Ya el Primer Triunvirato observó la necesidad de incorporar extranjeros al país naciente, así ordena en el Decreto del 4 de Setiembre de 1812 “favorecer la inmigración por cualquier medio posible”. Los Padres Intelectuales de la República continuaron ese pensamiento y así en sus “Bases”, Juan Bautista Alberdi sienta el principio de que “Gobernar, es poblar”, porque como diría contemporáneamente Domingo Faustino Sarmiento en “Facundo”, “el mal de la República Argentina es su extensión”, porque –agrega Alberdi- este país “cómodo para albergar 50 millones de habitantes, con tan sólo un millón no tiene destino”. 
Más tarde, durante las Presidencias Históricas se hace realidad el texto de la Constitución de 1853 abriendo el Puerto para “todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino” y en 1875 se crea la Comisión de Inmigración que cumple con una política de estado que implicaba llamar a los inmigrantes europeos invitándolos a afincarse en estas tierras. 
Cuando Sarmiento ordena el Primer Censo Nacional en 1869, la población asciende a 1.830.214, de los cuales el 11% es de condición inmigrante, siendo más de la mitad italianos. Bajo el gobierno de José Evaristo Uriburu en 1895 ya son 4.044.911 habitantes, con un 23% de inmigrantes y en el Censo de 1915, sobre 7.885.237 de habitantes, el 35% son extranjeros, de los cuales un 52% son italianos. Para esa época se dice que en Buenos Aires uno de cada cuatro jóvenes hablaba solamente italiano. 
La italianidad ha marcado profundamente el ser argentino. Sus tradiciones y su cultura mezclados dieron como resultado la progresista clase media argentina que puso a la Argentina del Centenario entre los primeros países del Orbe. Los italianos crearon la Bolsa de Comercio y el primer banco, el Banco de Italia y Río de la Plata que desde 1872 sobrevivió el siglo. 
Con ellos la Argentina conoció las industrias y apellidos como Canale, Terrabusi, Piazza, Grimoldi y tantos formaron las primeras empresas nacionales. Los arquitectos italianos modificaron los frentes de las casas y le dieron al país esa nueva cara, con fachadas cargadas de inspiración renacentista y también masónica, porqué no. 
La lejanía de la patria y los afectos quedados en el muelle, calaban hondo en las noches en que la nostalgia se apaciguaba al son de un acordeón entonando una canzoneta. Esa soledad frente a una sociedad que nunca fue amable con los inmigrantes los hizo agruparse, primero para evocar la “Patria lontana” y luego para ayudarse y defender sus derechos, así se multiplicaron las Sociedades Italianas de Socorro Mutuo, primer antecedente del mutualismo argentino. 
Explotados inmisericordemente, se juntaron en torno a esos “charlatanes” que bajaron de los barcos con baúles llenos de libros: Bakunin, Mark, Ulianov, Trotsky, Proudon; eran anarquistas que huían de la cárcel o la muerte en Europa y aquí formaron el anarco-sindicalismo, semilla del gremialismo actual, y que cuando molestaron el Congreso sancionó leyes tan vergonzosas como la Ley de Residencia, o fueron violentamente reprimidos como en la Semana Trágica de 1919. 
Llegaron y se confundieron con el suelo que los recibió hasta dejar sus huesos aquí y sentir esta tierra argentina como una primera Patria en algunos casos; sin dejar de sentir aquella otra que evocaban con lágrimas cada vez que los sones del “Inno de Mammeli” recordaba, por ejemplo, como ayer 2 de Junio, la “Festa della Repubblica”. Ese amor a la Patria Argentina lo dejaron escrito en las letras y sones de la mayoría de las marchas militares argentinas y en aquellas que homenajean a la Bandera, legado de ese hijo de italianos, Manuel Belgrano. 
Vinieron a “Hacer la América”, pero no a llevarla sino a levantarla. Esa forma de ser tan particular la pinta Lucio V. Mansilla en “Mis memorias" de 1904, cuando en un párrafo cuenta que: “San Pío era italiano, casado, muy bonachón y cariñoso. Sus quesos de Goya, y particularmente sus chorizos, allí a la vista, tenían fama (...) No sabía leer ni escribir, ni hablaba italiano, ni español, ni genovés, ni dialecto itálico alguno, sino una media lengua suya propia; y a fuerza de oírse llamar San Pío por sobrenombre, llegó a olvidarse de su verdadero patronímico. (...) 
Una vez, teniendo que prestar declaración con motivo de un bochinche, le preguntó a la mujer: 
- Che, ¿cómo me llamo yo? 
- San Pío 
- No, le nombre d’ Italia 
- ¡Ah!, está en el baúl (quería decir en el pasaporte) 
Trajeron los oficios que serían pilares de esa Argentina en construcción, el relojero, el zapatero remendón, el albañil; y también la cultura, las cátedras albergaron grandes mentes italianas, como el arte de arquitectos y pintores. En Salta, algunas iglesias conservan los frescos de Arístenes Papi, también visibles en el ingreso lateral de Galería El Palacio, desde donde miran los rostros de niños y ángeles considerados los más hermosos de Sudamérica.
Como Belgrano, los italianos también sembraron a su paso civilización y cultura. Como el Prócer, ellos también protagonizaron una gesta donde la decisión y la esperanza debían superar al temor y a la falta de recursos. Belgrano y esos miles de hombres y mujeres compartieron un destino común, el de afrontar las vicisitudes con innegable valor y coraje. 
En un día de homenaje, nada más gráfico que ese párrafo de un magnífico libro que cuenta en primera persona la aventura de emigrar, un relato dulcemente trágico que Edmundo De Amicis trazó en su obra “Sull’oceano”, donde cuenta su viaje en la nave Galileo desde Génova, la tierra de origen de Manuel Belgrano, hacia Montevideo, y que dice: 
“Cuando pisé tierra, me di vuelta a mirar una vez más al Galileo, y el corazón se aceleró al decirle adiós, como si fuese un rincón flotante de mi país que me había llevado hasta allá. Ya no era más que un trazo negro en el horizonte del río desmesurado…pero se veía todavía la bandera, que flameaba bajo el primer rayo de sol americano, como un último saludo de Italia…que encomendaba a la nueva tierra, sus hijos errantes.”


Por Ernesto Bisceglia 

POEMAS DE ARGENTINOS SOBRE LA INMIGRACIÓN ITALIANA


Calabria 

Adelina C. Cela, en el poema “Madre Patria” (1), imagina el sentimiento de su tierra: 

Tú clamabas por mí 
como una madre divina, 
con lágrimas derramadas 
en nostálgica partida. 

Como un susurro tu lengua 
me acunó toda la vida 
y no le diste abandono 
a tu hija en lejanía. 


Alfredo Conte (2) homenajea a su padre, que llegó desde Cosenza en 1887: 

Mi viejo, vos hiciste el mundo nuevo 
abriste surcos, criaste hijos 
y fuiste solamente un inmigrante. 
No sé cómo decirlo en dos palabras. 


A sus abuelos calabreses evoca Griselda García (3): 

Mi abuela obligándonos a terminar el plato, 
haciendo bocaditos fritos con las sobras porque 
‘ustedes por suerte no conocen lo que es la guerra, el hambre...’; 
(...) 
mi abuelo que para todas las actividades cotidianas 
produce un sonido distinto con la boca; 
que en los sesenta era sastre en Aerolíneas 
y hacía los trajes de azafatas y pilotos, 

Notas 
1. Cela, Adelina: “Madre Patria”, en La Capital, Mar del Plata, 5 de septiembre de 1999. 
2. Conte, Alfredo: Pascualino. Edición homenaje. Buenos Aires, 2001. 
3. García, Griselda. Poema inédito. 


Campania 

En el Martín Fierro (1) encontramos muchas referencias al inmigrante. Transcribo uno de estos pasajes: 

Un nápoles mercachifle 
Que andaba con un arpista, 
Cayó también en la lista 
Sin dificultá ninguna: 
Lo agarré a la treinta y una 
Y le daba bola vista. 

José Portogalo evoca, en “Los pájaros ciegos” (2), a un napolitano: 

Mi padre, violinista, fracasó en Buenos Aires. 
Sin embargo su nombre –Pierángelo- traía 
“gli uccelli” luminosos de las calles de Nápoles; 
Doménico Scarlatti, heraldo de sus pájaros, 
clareaba el mundo denso de su infancia y sus lágrimas. 

Notas 
1 Hernández, José: Martín Fierro. Testo originale con traduzione, commenti e note di Giovanni Meo Zilio. Buenos Aires, Asociación Dante Alighieri, 1985. 
2 Portogalo, José: “Los pájaros ciegos” (Fragmento), en L. Lugones, B. Fernández Moreno, R. Molinari y otros: La poesía argentina. Buenos Aires, CEAL, 1979. Pág. 111. (Capítulo, Vol. 4). 


Friuli 

En “Otra vez las dolomitas” (1), Syria Poletti evoca el paisaje de su infancia: 

Aún remonto la picada sobre el abismo, 
sin cuerda. 
Pero algo ha cambiado: 
ya no añoro tu mano. 

En "Casi gringo" (2), Luis Landriscina evoca la partida de sus padres y dos de sus hermanos: 

En un buque se embarcó 
con lágrimas mi familia 
porque allí dejaba todo, 
con sus penas y alegrías, 
a la patria, a sus amigos, 
a sus padres, a la villa, 
a los sueños de la infancia 
que eran carne de ilusión. 

Notas 
1. Poletti, Syria: “Otra vez las Dolomitas”, en Letras de Buenos Aires. 
2 Landriscina, Luis: "Casi gringo", en www.elfrasero.com.ar. 


Lombardía 

En el poema “Antiguo Almacén ‘A la ciudad de Génova’” (1), Olivari evoca al italiano Miquelín: 

Miquelín, grande como una estatua, 
que se iba a la cosecha y volvía rico dos semanas 
-apenas para pagar la vuelta a todo el barrio-. 
Mientras le duraba la plata cantaba, 
cantaba las lejanas canciones milanesas de su tierra 
y hombreaba recuerdos como hombreando cereal... 

Cerca de Lombardía, en el Cantón Ticino, un cantón suizo de habla italiana, nació Alfonsina Storni, la autora de Palabras a mi madre (2): 

No las grandes verdades yo te pregunto, que 
no las contestarías; solamente investigo 
si, cuando me gestaste, fue la luna testigo, 
por los oscuros patios en flor, paseándose. 

Y si, cuando, en tu seno de fervores latinos, 
yo escuchando dormía, un ronco mar sonoro 
te adormeció las noches, y miraste, en el oro 
del crepúsculo, hundirse los pájaros marinos. 

Norma Mazzei es la autora de "Alfonsina" (3), poema que comienza con estos versos:

Tarde, recuerdo que por entonces
las agitadas rosas de septiembre
hicieron camposanto en el seno de mis brazos. 

Notas 
1 Olivari, Nicolás: “Antiguo Almacén ‘A la ciudad de Génova’”, en L. Lugones, B. Fernández Moreno, R. Molinari y otros: La poesía argentina. Antología, prólogo y notas por Alberto M. Perrone. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo, Vol. 4). 
2 Storni, Alfonsina: “Palabras a mi madre”, en Storni, Alfonsina: Antología poética. Selección por Alfredo Veiravé. Prólogo y notas por Alejandro Fontenla. Buenos Aires, CEAL, 1980. Pág. 44. (Capítulo, vol. 51). 
3 Mazzei, Norma: "Alfonsina", en Constelario. Buenos Aires, Tu Llave, 2007. 76 pp.


Piamonte 

María Teresa Andruetto evoca, en “Citröen” (1), a su padre inmigrante: 

Regresábamos en un Citröen 
rojo, desde una laguna de sal, 
un pueblo ahora de fantasmas, 
a nuestra casa, en la luz. Y él 
cantaba, de viva voz, como 
nunca cantaba, voglio vivere 
cosí, con il sole in fronte, y 
mi madre y nosotras también 
cantábamos. 

En el mismo libro (2) evoca un funeral de la colectividad piamontesa en Córdoba: 

Alguien nos alzó 
hacia el tufo de la muerta 
(se llamaba Elizabeta), 
para que viéramos. 

“Inmigrante italiano” se titula el poema que Celia Sala dedica a José Longo, su “nonno* / y en él a todos los inmigrantes italianos”. Así comienza: 

Soy la esperanza que navega 
mares y continentes, 
ríos y morros, 
para encallar en 
alegrías y sueños, 
tristezas y renaceres. 

Soy la esperanza que aparca 
entre matas y avestruces, 
rieles, andén y locomotora, 
y que con sus manos levanta 
carpa, rancho, molino y huerto. 

Notas 
1 Andruetto, María Teresa: “Citröen”, en Kodak. Córdoba, Ediciones Argos, 2001. 
2 Andruetto, María Teresa: op. cit. 


Sicilia 

Oscar González, en “La anunciación” (1), evoca a una mujer italiana: 

Llegó a Puerto Nuevo 
En otro fin de siglo 
Confiando en la arcilla de estas playas 
Y abierta como un surco, 
Se dio a la tarea de procrear espigas. 

Notas 
1 González, Oscar: “La anunciación”, en El Tiempo, Azul, 16 de abril de 2000. 


Veneto 

Gigliola Zecchin, más conocida como Canela. “Llegó al país a los diez años. Estudió Letras Modernas en la Universidad de Córdoba. En 1962 inició su carrera presentando los programas vespertinos del canal 10 de la Universidad de Córdoba. (1). " ‘Recién ahora, cincuenta años más tarde, estoy logrando indagar sobre mi propia historia y sobre la guerra que me hizo llegar a Argentina separándome de mis padres y abuelos. El exilio tiene consecuencias terribles en los niños, sentimientos de miedo, insomnio, pesadillas. De esto se trata el desarraigo, de sacar algo de raíz’, concluyó” (2). Es la autora de Paese (3), obra que incluye el poema “Calle de la infancia”: 

toda felicidad 
horada la memoria 

afuera cae la nieve 

aiuto! Il lupo! Il lupo! 

nena tonta 
hay que limpiar la respiración triste 

mi lugar para dormir 
vagamente celeste.